24 diciembre 2018


Alan desde el cielo

Julio Sánchez Mingo


Narración presentada a la V edición del Concurso de Microrrelatos “Escribir por Derechos”, 2018, de Amnistía Internacional Madrid, con el tema “Infancias rotas en los conflictos armados”.

Tía Tima*, no te mortifiques, no sufras. Tú no tienes culpa alguna. Sólo quisiste ayudarnos e hiciste lo que consideraste mejor para nosotros. Nuestra muerte fue fruto del egoísmo y la codicia humanos, de los intereses de los poderosos, incluso de la indiferencia de mucha gente buena.
Yo aquí estoy muy bien. Siempre con mamá y todo el día jugando.

No tuvimos suerte en la travesía en patera de Turquía a Grecia que nos pagaste, zozobramos. Huíamos de los horrores de la guerra y de la explotación en los talleres donde se fabricaba la ropa de Zara, Mango y Marks & Spencer, como contó la BBC**.

Mi imagen ahogado, muerto, sobre la arena de una playa turca dio la vuelta al mundo y apareció en todos los medios de comunicación. Hace tres años y, lamentablemente, ¡todo sigue igual y siguen muriendo niños inocentes!


* A Alan se le conoce, erróneamente, por Aylan.


La publicación de esta fotografía es una muestra de agradecimiento a todas las personas que trabajan en labores humanitarias y que, demasiadas veces, son testigos y están involucradas directamente en hechos trágicos. 


15 diciembre 2018


¿Qué nos está pasando?

Populismo y ultraderecha



Julio Sánchez Mingo


¿Qué nos está pasando? ¿Nos hemos vuelto locos? Estamos construyendo un mundo globalizado, en lo económico, pero lleno de trincheras, vallas y muros en lo político. La familia de Alan Kurdi, el niño kurdo ahogado en una playa de Bodrum (Anatolia), cuyo caso tanto impactó a la opinión pública mundial, huía del infierno de las fábricas de los gigantes de la industria textil en Turquía.
Muchos gobiernos y partidos del Viejo Continente fomentan el miedo y el odio al inmigrante, el aislacionismo, en lugar de preconizar una Europa social y solidaria, una Europa fuerte y unida, pendiente de los ciudadanos más desfavorecidos, no mediatizada por los mercados. ¿Por qué?

Los exizquierdistas trabajadores de la industria del automóvil de Detroit, ahora una ciudad fantasma y arruinada, son uno de los pilares de un ultraderechista populista como Trump. En Brasil, Bolsonaro se alza con la presidencia. En Europa, los británicos a vueltas con su Brexit, los italianos con Salvini, Orbán en Hungría y en España la eclosión de Vox. ¿Es el triunfo del egoísmo y la insolidaridad o simplemente miedo a lo desconocido y al desconocido? ¿O es el atávico sentimiento de no querer ver al pobre y coexistir con él, como el rico en su mansión detesta tener una chabola en su horizonte? ¿Por qué admitimos que esos políticos populistas exploten nuestros instintos primarios? Ellos sólo buscan el poder, no el bienestar de la población y, sin embargo, ahí están.

La crisis del 29, la Gran Depresión, llevó a Hitler al poder. ¿Qué nos deparará la reacción a la Gran Recesión de 2008? De momento, en España las diferencias sociales aumentan comparativamente al primer lustro del siglo XXI, creando un peligroso caldo de cultivo para el desarrollo de ciertas ideas políticas y comportamientos sociales y para el auge de partidos extremistas y populistas.
Hay muchos ciudadanos desencantados con el sistema, hartos de la corrupción política y económica, hay gente que no puede llegar a fin de mes, la desigualdad aumenta, se desconfía de los políticos.
La inmigración, y con ella la multiculturalidad, ha venido para quedarse. Y es necesaria. La España interior se vacía a costa de las regiones más ricas y la construcción, el servicio doméstico y la hostelería están en manos foráneas, no por capricho sino por falta de trabajadores locales. Además, nace un número insuficiente de niños, de tal manera que el crecimiento de la población española es negativo.
La solución a todos estos problemas no pasa por escuchar y apoyar ciertos cantos de sirena que nos pueden llevar a un desastre generalizado.

Lamentablemente, la ignorancia, la incultura, el desconocimiento de la Historia y la poca capacidad de análisis abundan por doquier, así como la manipulación del pensamiento político. Hace cien o cincuenta años la información escaseaba. Ahora, adulterada o no, fluye y, de alguna forma, en ocasiones para mal, se magnifican o se empequeñecen ciertos hechos, según los intereses de cada cual.

Los votantes de Vox en Andalucía se sitúan mayoritariamente en lugares ricos como el barrio de Los Remedios de Sevilla o El Ejido, 89.000 habitantes censados, una ciudad en la que, como nos recuerda el escritor y periodista Julio Llamazares, no hay ni una sola librería, pero abundan los relojes de oro y los cochazos en manos de españoles. En los invernaderos de Almería, bajo el calor asfixiante de los plásticos, sólo se ve a trabajadores magrebíes y senegaleses, que acuden a su faena en bicicleta. ¿Por qué ésos no quieren a éstos, si los inmigrantes enriquecen a los autóctonos día a día? ¿No es una paradoja mayúscula?

Pedaleando entre los plásticos de El Ejido. Julián Rojas. elpais.com.

Muchos políticos populistas se declaran cristianos y propugnan una Europa cristiana y, sin embargo, sus programas distan mucho de la doctrina de Jesús, que rebosa amor al prójimo, caridad y solidaridad. ¿Hipocresía? ¿Cinismo?

Salvini visita el Santo Sepulcro. msn.com.

El nivel de corrupción política y económica fue muy superior en tiempos de Alfonso XIII y la Dictadura de Primo de Rivera, con un caciquismo exacerbado, al de estos años recientes. En el período franquista, muchos lo vivimos desde dentro
y lo sabemos bien, se alcanzaron cotas increíbles de podredumbre política, económica y social y de represión feroz. Un dictador, para perpetuarse, utiliza represalias brutales contra sus opositores, infunde miedo y temor en la población y chantajea a sus partidarios enmarañándoles en mil corruptelas. Vargas Llosa, en La fiesta del chivo, describe magistralmente este proceder, idéntico al de Franco, del tirano Trujillo en la República Dominicana, en el poder de 1930 a 1961.
¿Cómo vivían en aquella época los padres y abuelos de los votantes de la actual ultraderecha española? En el centro de Madrid, a 100 metros de mi colegio, colindante con los Nuevos Ministerios, había chabolas. Andalucía y Extremadura se despoblaban inundando la periferia de las grandes capitales de familias humildes buscándose el sustento. Muchas otras debían emigrar al extranjero para huir de la miseria. ¿Cómo alguien puede propugnar aquella etapa como ejemplo?

Remedando a Hanif Kureishi, ¿queremos vivir en un lugar libre, cosmopolita e internacionalista o queremos un país basado en la nostalgia de los ideales y principios perdidos de un Imperio en el que se vivía, no nos engañemos y seamos realistas, mucho peor que aquí y ahora?


07 diciembre 2018


Gotas de poesía (Selección)

Lydia Rojas Lizalde

Recopilación de Mariana Vázquez Murguía


Lydia Rojas Lizalde























Todavía

Dame tu soledad, toma la mía
unidos de la mano…. caminemos
el devenir del mundo observaremos
podremos ser felices todavía.

El horizonte es claro y transparente
el viento que acaricia es luminoso
encaucemos tranquilos nuestra mente
y tendremos nuestro mundo hermoso.
Forjemos los rumbos del destino
pongamos flores al borde del camino
matemos el dolor y el egoísmo
en la recta final ¡ya no hay abismo!


Piloto

Tiende las alas sobre viento suave
el morro apunta agrestes horizontes,
abajo se diluyen valles y montes
y el tiempo que en la mente siempre cabe.

Lleva la mano firme, el ojo alerta,
prolongación de pájaro gigante,
es la materia viva, palpitante
cálida conjunción de acero y mente—.

Cruza los meridianos que los hombres
con su mente angustiosa te han marcado,
en su miedo mortal, han olvidado…
no te pueden perder, ¡aunque se asombren!

Mensaje vivo del hombre al infinito
que en su afán de vivir está consciente,
habrá de compartir con otras mentes
el espacio vital del infinito.

Vuela hombre pájaro a tu mundo
del espacio tranquilo y silencioso
vuela hombre niño, que es profundo
el anhelo que sientes y… es hermoso.

Sigue por los caminos silenciosos,
caprichoso el horizonte te ha dejado
alcanzar con tu vuelo audaz y hermoso
el mundo que el destino te ha entregado.


A un muerto

Rígido ha quedado el cuerpo
que fue ropaje del alma,
cuánta soledad y calma
va quedando con los muertos.
Con qué quietud se aproxima
aquella a la que tememos,
quizá porque no sabemos
que la vida no termina.

Ya pasa el viento llorando
entre los sauces vencidos,
lleva pétalos caídos
que las flores van dejando.
Se van pasando los años
y con ellos van quedando
los sollozos comprimidos
en losas de camposanto.


A mi padre

Viejo roble que dieras a mi mundo
visiones gigantescas de horizonte,
roble añejo, hoy te doblas a la tierra,
la vasta soledad ya no te aterra,
dejas en mí la fuerza de tus montes
y un silencio callado muy profundo.

En alas de los vientos del destino
podrán tus hojas —volando con Eolo—
en cadenciosa danza estar cayendo
y al bajar suavemente irán cubriendo
el sendero que habrás dejado solo
por haber terminado tu camino.

Hoy tu cuerpo no tiena ya mañana,
al ir por las praderas transparentes
no podrá proyectar ya más tu sombra,
no hay pena ni dolor ¡ya nada sientes!
sólo la eternidad que te acompaña
y el silencio que ya jamás te nombra.


A un muerto

Amigo:
Que te fuiste calmado
con tu paso tranquilo hacia otra dimensión.
¿Qué lugares ignotos
tus plantas han hollado?
¿En qué mundos remotos
tus pasos han quedado?…
¿Dónde se han bifurcado
tu sendero y el mío
que por más que he buscado
no te puedo encontrar?

Hermano:
Enséñame la puerta
para entrar a tu mundo,
conocer los arcanos
y el silencio final,
quiero seguir la ruta
que tu paso ha marcado
llegar donde has llegado
mirar el inframundo
y, después de una pausa,
¡tranquila terminar!


A mi hijo

Aguilucho gentil, que al extender tus alas
altivo y solitario el vuelo audaz alzaste,
ayer tan sólo niño, hoy… águila gigante
que anhela conquistar el cielo sin escalas.

Moderno pigmalión que trascendiendo cielos,
en bancos de nubes esculpes tu destino,
oteando el horizonte y con potente vuelo
raudo te enfilas hacia tu camino.

Pescador de ilusiones que tejes en tu vuelo
plateadas redes con parábolas gigantes.
¡Suelta las redes!, la vida es sólo instante
que podemos trazar con el azul del cielo.

Artífice sutil que al jugar con estrellas
formas así tablero de ajedrez brillante
soñando libertad, prosigues adelante
para en tus sueños irte a confundir con ellas.

Viajero de los cielos, navegante incansable
que tus rutas te lleven por senderos de paz,
que para ti no exista nada irrealizable
y el dolor no te roce con sus alas jamás.


Lydia Rojas Lizalde (Veracruz, 1919 – Tlalnepantla de Baz, 2002) fue una médica anestesióloga mexicana, formada en la Universidad Nacional Autónoma de México, que ejerció su profesión con éxito en el Centro Médico Nacional.
Casada a los 31 años, enviudó y volvió a contraer matrimonio, alumbrando un solo hijo.
La hija de éste, su única nieta, Mariana Vázquez Murguía, nos ofrece ahora una selección de poemas de su abuela.

24 noviembre 2018

Convocatoria del III Premio de Escritura Breve de Diario de Madrid, el blog de Julio Sánchez Mingo




Se convoca el III Premio de Escritura Breve de Diario de Madrid, con arreglo a las siguientes bases:

1.- Podrán concurrir todas las personas que lo deseen, cualquiera que sea su nacionalidad, con un máximo de dos trabajos.

2.- Los escritos presentados deberán reunir las siguientes condiciones:
a) Estar redactados en español.
b) Ser originales e inéditos.
c) No haber sido premiados ni estar participando en ningún otro certamen.
e) Tener una extensión mínima d
e 1.800 caracteres y máxima de 10.000.
f) Tema: libre.
g) Género: narrativa, divulgación u opinión, a elección del autor.

3.- Los originales se presentarán por correo electrónico en formato .pdf antes de las 24 horas del 15 de abril de 2019, horario de Madrid.
Para ello se enviará un mensaje con los correspondientes archivos .pdf a la dirección 
diariodemadrid@yahoo.com, con la mención en el asunto III Premio de Escritura Breve de Diario de Madrid. Los ficheros deberá incluir los trabajos presentados a concurso, que se deberán denominar como los mismos. En un archivo .pdf adicional deberán constar exclusivamente los siguientes datos: nombre y apellidos, nacionalidad, dirección, teléfono y dirección de correo electrónico del creador, título de los escritos, así como una declaración de su autoría, asegurando que son originales, no estar pendientes de premio en ningún otro certamen y su carácter inédito.

4.- El editor de jsanchezmingo.blogspot.com designará al Jurado. Éste estará compuesto por un mínimo de tres personas y realizará la elección final de la obra ganadora.

5.- Antes del 30 de junio de 2019 se anunciará el fallo del Jurado en jsanchezmingo.blogspot.com. Será comunicado simultáneamente por teléfono y correo electrónico al autor ganador, en cuyo momento se le informará también del lugar de entrega del correspondiente premio, que consiste en una obra del acreditado pintor Gonzalo Silván Lago.
El trabajo vencedor será publicado en jsanchezmingo.blogspot.com en los días sucesivos.

6.- El premio no podrá declararse desierto. La decisión del Jurado será inapelable.

7.- No se mantendrá correspondencia con los autores de los trabajos presentados desde la publicación de la convocatoria hasta después del fallo del Jurado, excepto para la aclaración de cuestiones relativas a estas bases o a la correcta recepción de los trabajos presentados a concurso. La resolución de todas las cuestiones que puedan surgir o plantearse sobre este certamen son de exclusiva competencia del editor de jsanchezmingo.blogspot.com en calidad de convocante.

8.- La participación en este concurso supone el conocimiento y aceptación de las bases que lo regulan, así como el acatamiento de cuantas decisiones adopte el editor de jsanchezmingo.blogspot.com en lo relativo a su interpretación y aplicación.


Madrid, noviembre de 2018

Diario de Madrid, el blog de Julio Sánchez Mingo

jsanchezmingo.blogspot.com

09 noviembre 2018


El río

Jesús Ramos Alonso


Por las noches, en la casa donde vivíamos en el remanso del río, mi padre solía leerme un libro con las pastas descoloridas de tanto manosearlo. Ese libro es todo lo que me dejó. No tenía tierras, ni dinero, ni otra cosa que dejarme.
La tarde antes de abandonar la casa para siempre, saqué la vieja maleta del cobertizo donde se amontonaban los trastos de la barcaza: cables, cabos, repuestos oxidados… En ella metí cuatro trapos, y un poco de pan y tocino envueltos en papel de estraza… y ese viejo libro. Eso fue al día siguiente de encontrar a mi padre muerto, al levantarme, ya amanecido, tras ese silencio frío de no oír el ir y venir de todos los días. Fue al ir a despertarle y verle quieto con el semblante como la cera.
Al día siguiente por la mañana le dimos tierra y esa misma tarde vinieron don Faustino y el cura del pueblo. Al segundo sólo le recordaba de la primera comunión: la barcaza no dejaba tiempo para rosarios ni novenas. En cambio a don Faustino le conocía bien; venía a ver a mi padre una vez a la semana, se sentaban en unas grandes piedras que hay en el embarcadero, junto al fresno, y hablaban de sus cosas mientras bebían vino. Mi padre le entregaba un sobre y él, tras contar los billetes y las monedas, hacía dos partes de las que se guardaba la mayor en el bolsillo de su zamarra.
Nuestra vida era el río, y la barcaza que lo atravesaba una y otra vez, guiada por el cable y movida por el viejo motor. Los campesinos, entre orilla y orilla, nos contaban las anécdotas acaecidas en el pueblo cercano, cualquier cosa que se saliera de lo corriente; también, cuando ocurrían, traían noticia de los nacimientos o las muertes. De las otras cosas nos enterábamos por Radio Nacional, a las dos y media, mientras comíamos. Los domingos venían los hijos de los guardeses de la masía de don Faustino y le dábamos unas patadas a un balón un poco desinflado o íbamos a pescar. En el buen tiempo pasaban por allí algunos turistas buscando la España profunda: ¡qué cosas!, las gentes del campo en desbandada y esas familias ruidosas y multicolores hablando maravillas de la vida en la naturaleza.
En vida de mi madre era ella la que me leía. Al cumplir yo seis años dijo: “Vas a aprender a escribir”. A partir de entonces, por las tardes, me enseñaba a formar palabras y frases, y también las cuatro reglas: el colegio estaba lejos y yo tenía que ayudar con la barcaza. Era una mujer sencilla que, intuyendo su pronto final, supo crear en mí la rutina de la lectura. Esa rutina fue la escuela que no tuve, donde me hice amigo de los cuentos, esas historias que a fuerza de oírlas una y otra vez, ya desnudas de personajes y aconteceres, dejaban un poso que perfilaba mi carácter, creando la paleta y el estilo con los que pintaría el cuadro de mi propia vida, eligiendo en cada encrucijada el mejor ángulo, los tonos más adecuados…el camino a seguir.
Mi padre, al quedarnos solos, se afanó en continuar esa labor y me leía en alto páginas del libro. Lo hacía muy despacio, después de la cena, con aquellas viejas gafas de concha que se ponía ceremonioso; leía hasta que al poco rato se le cerraban los ojos de cansancio y nos acostábamos; él, en la cama que compartió con mi madre, en un pequeño cuarto separado por una cortinilla de la cocina; yo en un catre cercano al hogar. Leía a trancas y barrancas, pero con tanta verdad y ternura que los cuentos volaban hasta mi imaginación donde yo les añadía los colores y los matices que la rudeza de un hombre de campo no podía dar.
Don Faustino, algo compungido, me contó una historia de la que solo saqué en claro que vendría otro hombre a vivir allí y yo me tendría que marchar. El cura dijo que iría a una casa muy grande con muchos niños, que aprendería geografía, gramática, ¡y qué sé yo!
Así que, cuando salí con mi maleta acompañado del religioso, empezó para mí una nueva vida por la que transité aferrado a lo aprendido, igual que la barcaza cruzaba de orilla a orilla, siempre sujeta al cable.

………

He tenido suerte. Hoy soy profesor de literatura en la Universidad de Los Ángeles, estoy casado con una americana rubia y guapa, tengo una buena vida y un hijo de dos años que se llama como su abuelo.
Las últimas vacaciones hemos estado en España. Hemos ido hasta la casa de don Faustino, un anciano sentado en una mecedora. Le cuida una hija a la que pregunté por los guardeses. Ya habían muerto y también el mayor de los hermanos, que se salió de la carretera con uno de aquellos gordinis. El segundo, al que mejor recordaba por ser de mi edad, era representante de abonos por la comarca, y del pequeño apenas me contó que andaba dando tumbos por Barcelona, metido en asuntos de drogas.
Luego fuimos hasta el embarcadero, que está abandonado: un poco más abajo del remanso han hecho un puente con los primeros dineros de Bruselas. Solo quedan las ruinas de la casa y, entre la maleza, las cuadernas podridas de la barcaza y el fresno y las piedras en que mi padre se sentaba con don Faustino, esas piedras que antaño habrían sido arrancadas de las montañas del oeste. Quizá la corriente, con su eterno discurrir, las hará avanzar hasta el mar, o la naturaleza, si ése es su capricho, las retornará allí de donde vinieron hace millones de años.
Pensando en esto, he sacado el viejo libro y un cuaderno y la pluma y he dejado hablar al río y, mirando de vez en cuando a mi hijo que duerme, he empezado a escribir este relato.

02 noviembre 2018


Un republicano en Mauthausen

Carmen García Delgado

Al luchador republicano que me contó su historia en 1983, siempre en mi recuerdo. A la memoria de tantos hombres y mujeres que dieron lo mejor de sí para que fuera posible un mundo mejor. Sin memoria no hay libertad.
Escalera de la muerte en Mauthausen.
En el invierno de 1983 trabajaba como médica de cabecera en una ciudad próxima a Madrid. Un día me dieron un aviso para atención domiciliaria, como tantas otras veces: un hombre de 64 años, con un severo problema pulmonar, demandaba mi asistencia.
No era un paciente conocido, no había ido nunca a consulta. Cuando lo vi, me llamó poderosamente la atención su aspecto: aparentaba más edad de la que me habían dicho, enjuto, con los ojos brillantes de fiebre y una mirada triste, pero llena de resolución.
Le pedí que se descubriera para auscultarlo. Tenía varias cicatrices en el pecho, algunas las pude identificar como producto de técnicas antiguas que se utilizaban para tratar la tuberculosis, pero lo que más me impresionó fue un número en tinta azul tatuado en su brazo izquierdo.
Su estado aconsejaba un traslado hospitalario, pero no quiso.
Señorita, si es posible, quiero morir en mi cama.
Quedé entonces en que pasaría a verlo a diario y conseguí arrancarle el compromiso de ir al hospital si su estado empeoraba.
Durante una semana fui a verlo todos los días. Lo exploraba y me pasaba un rato hablando con él, sin preguntar nada que no estuviera estrictamente relacionado con su salud. Y, poco a poco, me empezó a contar su historia.
¿Señorita, sabe qué es este número que tengo en el brazo?
Parece un número de un campo de concentración contesté.
Así es, yo estuve en Mauthausen.

Esta es la historia que me contó.
Tenía diecisiete años cuando estalló la guerra y se fue voluntario al frente, a luchar por la República.
Aunque me lo dijo, no recuerdo en qué batallas participó, pero sí como narraba el paso de los Pirineos: el hambre, el frío, el miedo, la gente que se iba quedando por el camino.
Tenían la esperanza de llegar a Francia, de salvar la vida, rearmarse y volver a luchar por nuestra tierra.
Pero en Francia no les trataron precisamente bien. Sus esperanzas se derrumbaron en las arenas de las playas de Argelés, tras una alambrada de espino, custodiados por soldados senegaleses. Pasaron hambre y frío, vieron cómo enfermaban las criaturas.
Pero lo que nos reconcomía era la impotencia, el no poder hacer nada me dijo.
Tras la invasión alemana, entró a formar parte de la resistencia, con otros muchos compañeros y compañeras. También las mujeres republicanas formaron parte de la lucha partisana.
¡Éramos unos sabouters de primera! Teníamos la experiencia de tres años de guerra, de la que otros compañeros carecían.
Una noche cayeron en una emboscada.
No le voy a contar lo que fueron los interrogatorios a los que nos sometieron los nazis. La crueldad superaba todo lo que se pueda imaginar … o eso creía yo.
Tras un tiempo, imposible decir cuánto, acabó hacinado con otras muchas personas en un vagón de ganado, rumbo a un destino incierto.
Aquel viaje fue un infierno. Lo conocemos, hay testimonios que lo relatan; pero que alguien que lo ha vivido te lo cuente, mirándote a los ojos … ¡es estremecedor!
Me habló de la llegada al campo, del hambre, los crímenes, las muertes y la terrible escalera de Mauthausen, en la que muchos murieron. Me contó que a los españoles los identificaba el triángulo azul de apátridas, con una S en su centro.
¿Apátridas? Sí, cuando Hitler le preguntó a Franco qué hacía con los prisioneros españoles, éste le respondió que no había españoles fuera de España.
Cuando terminó la segunda guerra mundial renació la esperanza. Pensaban que los vencedores no consentirían que se mantuviera en Europa un régimen que había sido aliado de Hitler y Mussolini. La realidad se impuso poco tiempo después y, sin una tierra a la que volver, se quedó en Francia. Retornó a España, muy enfermo, a principios de 1980.
Es difícil describir todas las emociones que me produjo aquel encuentro.
No lo volví a ver, pero lo recuerdo frecuentemente.

Ayer, mientras desayunaba, oí una entrevista con un actor que va a dar vida en la pantalla a Francesc Boix, otro español, conocido como el fotógrafo de Mauthausen.
La crítica de la película publicada hoy dice, textualmente: “Los celebérrimos juicios de Nüremberg (…) no se hubiesen desarrollado de la misma manera sin el trabajo realizado por el comunista español Francesc Boix”.
Me he acordado de mi paciente y de tantos hombres y mujeres españoles que pelearon contra el nazismo, que padecieron en los campos de concentración y que perdieron la esperanza de volver algún día.
He recordado la inauguración en París del jardín dedicado a los héroes de la Nueve. La Nueve era la unidad de choque de la 2ª División Blindada del general Leclerc, compuesta por republicanos españoles. Fueron los primeros combatientes que entraron en la ciudad liberándola, el 24 de agosto de 1944.
Revisando noticias sobre Francesc Boix, he encontrado imágenes de su entierro en París, al que acudió su alcaldesa.

Es paradójico. Mientras en otros países se ensalza a los hombres y mujeres de la República, se reconoce el papel que jugaron en la lucha contra el nazismo, su país los condena a la desmemoria. ¡Qué gran injusticia!


Nota del editor.
A pesar de la tragedia que sacudió España entre 1936 y 1977, muchos ciudadanos viven de espaldas a lo sucedido, sin consideración alguna por los sufrimientos padecidos por muchos de sus compatriotas y sin aprender las lecciones que ese período histórico nos ofrece. Igualmente, ahora, desde su posición privilegiada, ignoran la catástrofe humanitaria de la inmigración que se produce en el Estrecho y Alborán, con 6.700 muertos y desaparecidos en los últimos 30 años.
Y tiene que llegar la celebración del día de Muertos de este año a México para que desde allí nos den clases de sensibilidad y amor al prójimo, mientras una caravana de migrantes centroamericanos recorre el país con la firme determinación de dirigirse a USA.
La ofrenda, la instalación que se ha montado en el Zócalo, la plaza mayor de Ciudad de México, está dedicada a las migraciones contemporáneas, con un especial recuerdo a los republicanos españoles exiliados.
Uno de los paneles informativos reza así: “La imagen de los caminos o senderos plagados de dificultades y peligros que hay que vencer para llegar al Mictlan1 es una analogía del calvario que pasan los migrantes aquí representados y simbolizados por cinco catrinas (un joven latinoamericano contemporáneo, una indígena mexicana, un asiático, un judío y un republicano español) en su andadura para alcanzar su destino final….. “

1 Lugar de los muertos.